Durante los años 70 hubo un importante incremento en la producción cinematográfica canaria gracias al movimiento amateur (puedes saber más sobre esta cuestión en nuestro artículo Cine amateur en Canarias durante los años 70). El final de la década trajo un nuevo cambio o, al menos, un intento. Algunos de los amateur se sintieron acorralados por el sistema y decidieron abandonar la práctica cinematográfica, mientras que otros transformaron la aventura en algo todavía mayor. Nace así, a final de la década, una asociación dispuesta a cambiarlo todo: Yaiza Borges.
La creación de Yaiza Borges

Por otro lado, algunos colectivos amateur siempre tuvieron la unidad como uno de los objetivos básicos. Tal es así que en el caso de la Asamblea de Cineastas Independientes de Canarias (ACIC) y en palabras de Gómez Tarín (uno de sus integrantes), sus miembros estaban dispuestos a disolverse para así conformar una nueva entidad que “garantizara un planteamiento democrático y firme ante las instituciones para conseguir la necesaria infraestructura para el cine en Canarias”.
Yaiza Borges se constituye a finales del año 1979, aunque la presentación pública y oficial se corresponde con el 25 de enero de 1980 cuando se repartió el boletín “Número 0” de la revista Barrido (de creación propia) que se convertiría en el manifiesto oficial del colectivo.
Así pues, bajo esta idea, los cineastas que antes habían conformado dicho colectivo, fundaron la asociación Yaiza Borges, con un espíritu renovado, menos politizado y con mayores recursos.
Su fundación no estuvo exenta de problemas ya que los hermanos Ríos y Roberto Rodríguez –quienes habían tenido una serie de disputas intelectuales, políticas y cinematográficas con la ACIC– consideraban al colectivo amateur y a Yaiza Borges la misma cosa, tal y como recoge Dailo Barco en Las postales de Roberto (2017).
Sin embargo, la creación del colectivo no solo se debe a la ACIC. También jugó un papel determinante el I Encuentro de Cineastas No Profesionales Canarios, celebrado entre el 15 y 18 de julio de 1977 en la Playa del Inglés (Gran Canaria). Allí se dieron cita cineastas procedentes de Gran Canaria y de Tenerife para establecer una serie de pautas o normativas con las que establecer un plan para el presente y el futuro del cine. Algunas de las personas asistentes reconocieron a posteriori que nunca hubo –hasta ese momento– conexión ni interés entre los cineastas de Tenerife y Gran Canaria y, por lo tanto, el simple hecho de reunirse se considera histórico por sus intenciones. Un proceso sobre el que todavía hoy necesitamos reflexionar.
El resultado de aquella reunión fue la constitución de la Federación Canaria de Cine No Profesional que partía de una idea que todavía sigue siendo foco de debate: crear unas infraestructuras que permitieran la profesionalización del cine en las Islas. Y aunque la Federación no consiguió nada de lo que se propuso, lo cierto es que se le reconoce como parte indispensable para el nacimiento de Yaiza Borges.
Primero exhibición, luego producción: un sistema de retroalimentación
Entre todas las ideas que surcaron por sus hojas la más interesante fue la del abandono del amateurismo para centrarse en la creación de un cine profesional que les permitiese construir una industria en Canarias. Para llevar esto a cabo intentaron crear un sistema de retroalimentación: primero exhibir, luego producir.
La convicción de Yaiza Borges fue más allá del propio intento de dar nacimiento a una industria cinematográfica canaria. Creyeron firmemente en la divulgación a través de la exhibición
La convicción de Yaiza Borges fue más allá del propio intento de dar nacimiento a una industria cinematográfica canaria. Creyeron firmemente en la divulgación a través de la exhibición –además de hacer la revista Barrido y el programa radiofónico El cine según Yaiza Borges– y también en la educación con charlas y cursos sobre cine (algunos integrantes ya habían participado en la Universidad de Verano como Fernando Gabriel Martín).
Siguiendo estas convicciones creyeron que a Tenerife –y por extensión a Canarias– le faltaba una sala de exhibición que ofreciese “cine de calidad”, en versión original y para un público más exigente y crítico. Esta idea, que a priori resulta bastante acertada, para algunos fue tachada como una “falta de visión comercial”, ya que redujeron sus posibilidades de beneficios al restringir la exhibición a títulos títulos poco taquilleros.
En el Cinematógrafo, su sala de exhibición, proyectaron filmes durante casi un lustro (fue inaugurado en octubre de 1982). La intención era que esas proyecciones les dieran los beneficios suficientes para luego poder producir sus propias películas de forma regular y así establecer una industria en Canarias.
La idea no funcionó debido a la falta de una inversión pública y privada, a los altos precios que tenían que pagar para mantener los locales de exhibición y a los costes para traer las películas desde la península. Pese a todo, tenían en la fecha de su cierre –en mayo de 1986– un total de 300 socios pertenecientes al colectivo y más de 3.000 afiliados al Cinematógrafo (su sala principal de exhibición), lo que demuestra un claro apoyo de la masa popular.

Antes de su desaparición propusieron una serie de ideas que fomentaron el desarrollo de la cinematografía en Canarias. Según Gómez Tarín “con este colectivo llegaría la propuesta de Ley de Bases para el Cine en Canarias (1980) y la de la creación de la Filmoteca Canaria (1982)”. Ambas propuestas son fundamentales para entender el desarrollo posterior que ha tenido el cine en las Islas y, aunque nunca se conformó una industria cinematográfica canaria, gracias al colectivo Yaiza Borges podemos decir que se ha avanzado mínimamente hacia el progreso del Cine en el Archipiélago.
Según Gómez Tarín “con este colectivo llegaría la propuesta de Ley de Bases para el Cine en Canarias (1980) y la de la creación de la Filmoteca Canaria (1982)”. Ambas propuestas son fundamentales para entender el desarrollo posterior que ha tenido el cine en las Islas.
El papel de la mujer
Ante la cuestión de por qué llamar a la asociación “Yaiza Borges” como tal, la respuesta que dieron algunos de sus miembros fue clave: “porque es femenino, canario y suena bien”. Esto nos permite entender la postura ideológica a la que se enfrentaba la asociación en una época marcada por su intenso cambio político y social.
Ahora, nosotros, con la perspectiva que nos ha dado el tiempo, nos preguntamos: ¿tenían las mujeres un papel fundamental dentro de la asociación? La respuesta, pese a que las intenciones pudieran ser otras en un primer momento, es que no.
Ahora, nosotros, con la perspectiva que nos ha dado el tiempo, nos preguntamos: ¿tenían las mujeres un papel fundamental dentro de la asociación? La respuesta, pese a que las intenciones pudieran ser otras en un primer momento, es que no. Si es verdad que había mujeres suscritas como socias del Cinematógrafo y de la asociación, pero ninguna de ellas tuvo una “aparente” gran relevancia dentro de la misma, ya sea para tomar decisiones o para participar con papeles relevantes en los pocos proyectos que vieron la luz en los años que duró Yaiza Borges. De igual forma, rescatamos a la luz nombres como el de Ana Sánchez-Gijón, María Dolores Pérez Pueyo, Ángeles Alonso o Rosa Naranjo.

Por otro lado, Ana Sánchez-Gijón también participó en los mediometrajes de la asociación, aunque siempre participando con roles secundarios, normalmente como ayudante de montaje o auxiliar de producción. También hizo de script en Iballa y Apartamento 23-F. Lo que está claro es que su formación en Yaiza Borges le valió de forma contundente para fundar la productora La Mirada, donde ha participado en éxitos como Esposados (Juan Carlos Fresnadillo, 1996).
Los nombres de Ángeles Alonso y Rosa Naranjo también son comunes de la filmografía de Yaiza Borges, encargándose del vestuario y atrezo en filmes como Iballa y Apartamento 23-F, donde ambas formaron equipo; y en Bajo la noche verde (Josep Vilageliu, 1985), vestuario que realizó Ángeles Alonso en solitario. Además, esta última participó como ayudante de producción en El fotógrafo.
Otros nombres femeninos que salpican las producciones de la asociación son Elisa Ceballos y Mercedes Real como scripts en Bajo la noche verde o Flora Fuentes como ayudante de foto fija en El fotógrafo.
A esto habría que sumarle las mujeres que formaban parte de la cooperativa y eran socias de Yaiza Borges: María Teresa Lojendio, Inmaculada Luengo Merino, Luisa Gallo Llobet, Catherine Acín y la ya citada Ángeles Alonso.
Aunque hayamos visto mujeres que participan directamente de los procesos creativos, da la sensación de que no tenían más que una relevancia puntual. No obstante, tampoco podemos echar en cara al Yaiza Borges que la participación femenina no estuviera más compensada. Habría que entender también lo que significó la Transición para comprender el contexto de las mujeres de la época y entender que, el que se sumasen a este tipo de proyectos, era un proceso más bien lento. Había que potenciar en ellas algo más que la personalidad familiar y las tareas del hogar que tanto desarrolló el franquismo –como vimos en el artículo Las mujeres canarias en el franquismo– en las décadas previas y, en ese sentido, parece que Yaiza Borges iba bien encaminado.
¿Cambio ideológico en Yaiza Borges?
Yaiza Borges, revista Barrido nº0

Muchos coinciden en que, comparado a la etapa amateur, la asociación tenía una propuesta ideológica mucho menos radical. Los miembros que vivieron las dos etapas y sufrieron la polarización ideológica y cinematográfica vieron que ese no era el camino y comenzaron a tomar posturas más abiertas con diferentes propuestas. La apuesta por lo “canario” se abandonó ligeramente en su proceso más explícito; es decir, siguieron peleando por Canarias y por su desarrollo cultural, pero entendieron que para llegar mejor al público y no causar tantos debates “estériles” y “violentos” debían de desarrollar otras formas más cercanas.
Yaiza Borges siguió investigando con las formas cinematográficas y con los discursos asociados a Canarias, siempre comprometidos con su cultura y con el medioambiente; explorando también nuevos significados con el lenguaje, tal y como había hecho la ACIC con La tarjeta de crédito (1976) y como ellos mismos expusieron en filmes como The End.
Ideológicamente, aunque crearon contenido en una línea más implícita, siguieron apostando por visiones alternativas a las oficiales. El mejor caso lo encontramos con la propuesta medioambiental Bajo la noche verde o con los filmes político-pesimistas Anabel (Offside) y Apartamento 23-F, donde además se muestra una Canarias que es retratada de forma desamparada, desmitificada e inerte, pero sin subrayar ese contenido más allá de la presencia y la ambientación.
Filmografía completa del colectivo Yaiza Borges
– Anabel (Offside) (Varios autores, 1979)
– Carnaval 83 (1983)
– Iballa (Josep Vilageliu, 1986)*
– Último acto (F. Javier Gómez, 1986)*
– Bajo la noche verde (Josep Vilageliu, 1985)
– The End (1986)
– El fotógrafo (Luis Sánchez-Gijón, 1986)*
– Apartamento 23-F (Aurelio Carnero, 1988)*
– Álvaro mi niño (Aurelio Carnero y F. Javier Gómez, 1989)
– Tres generaciones y media (Gómez Tarín y Jorge Naval, 1987)*
– En la mar vuelvo a nacerme (Emilio Arribaz y Enrique Lópiz, 1988)
*Colaboraciones con TVE para el programa Cine Canario
Conclusiones
Yaiza Borges es, en definitiva, un proyecto multidisciplinar que intentaba darle a Canarias un valor cultural y cinematográfico que no tenía. Su propuesta, tan novedosa como arriesgada, se estrelló de manera estrepitosa contra la triste realidad del mercado, de la competencia y del cine más comercial.
Lo que se presuponía un proyecto brillante e inteligente acabó ante la falta de inversión pública y muy a pesar del apoyo popular. El nacimiento de los primeros multicines terminó por rematar un proyecto que llegó hasta las orillas gracias a las colaboraciones con TVE en Canarias y que, por último, apareció en los créditos de la no tan afortunada Mararía (Antonio Betancor, 1998) gracias a la compra previa de sus derechos.
Yaiza Borges es, a fin de cuentas, una etapa riquísima de nuestro cine, a la que debemos volver más a menudo, y sobre la cual debemos rescatar más elementos que no han sido valorados como se debe a pesar del paso del tiempo (como es el caso de las mujeres que participaron en este). Un período a revalorizar que nos permita valorar nuestro presente y seguir luchando por un mejor futuro para el cine en Canarias.
Recursos bibliográficos
- Cabrera Déniz y Sola Antequera (2002). El cine según Yaiza Borges. Revista de Historia Canaria, 184.
- Hernández Vicente y Domínguez Llanos (2004). La década prodigiosa. Los años setenta y el cine amateur en Canarias. Revista Latente, 2
- Alberto Guerra (2000). Política y cultura cinematográfica en Canarias. El proyecto Yaiza Borges. Revista de Historia Canaria, 182.
- Gómez Tarín (2006). Prólogo para un viaje sin equipaje. Departamento de Teoría de los Lenguajes de la Universidad de Valencia.
- Fernández Arozarena (s.f). ¿Qué fue de Yaiza Borges?. Cuadernos del Ateneo.
- Dierckx (2000). Cine canario, un espacio abierto. Edición Ateneo.
- Sola Antequera (s.f). Érase una vez… “Yaiza Borges”. Cuadernos del Ateneo
- Asociación Microclima (s.f). Caminando sobre los hombros de Yaiza Borges: motivos para un premio.
Recomiendo también el libro colectivo sobre yaiza borges que editó la filmoteca canaria.
Bueno toda la razón: fuimos incoherentes, apresumrados y Cachondos en lo interior. Es verdad que Feministas y LgtbI avant la Lettre. Tímidos peRo libres para opinar y descubrir nuestras contradicciones.Un abrazo Aurelio