En la obra de Yapci Ramos, el viaje es un elemento destinado a repetirse. Ya sea porque vive entre Tenerife, Barcelona y Nueva York, o como artista en residencia por otros continentes, o porque muchas veces su proceso creativo comienza con una exploración a las propias entrañas, Yapci sólo hace un alto en el camino cuando el trabajo está expuesto en la pared. En esta entrevista, hablaremos de algunos de los temas por los que esta artista transita de manera cíclica.
Se te considera una artista multimedia que combina instalaciones con fotografía, videoarte… ¿cómo te ves a ti misma?
Yo me considero una artista visual, y el medio va a depender de lo que cada proyecto demande. Lo que quiero contar quizás lo voy a poder expresar mejor a través del vídeo, o de la fotografía, o del sonido… Es una cosa que surge. A veces digo: “bueno, voy a hacer una pieza de vídeo”, pero luego se va de manera natural a donde el proyecto lo pida.
En 2018 inicias una trilogía de exposiciones en Canarias, con Show me, Know Us y Welcome Her. ¿Qué te motivó a ello?
Surgió por una propuesta institucional comisariada por Yolanda Peralta. Lo interesante es que no fue una itinerancia, sino un despliegue expositivo que abordó las distintas líneas de mi trabajo que tienen que ver con el territorio, la identidad y la sexualidad. Cada uno de los centros se enfocó más en una de las líneas: en Casa África fue más sobre mi trabajo en el continente africano, en el CAAM sobre mi obra en relación con la identidad y la familia, y en el TEA estuvo más direccionado hacia la sexualidad.
Esta trilogía me ha dado la posibilidad de ver qué proyectos que parecían distantes entre sí se van respondiendo los unos a los otros. Claro, yo soy una artista que trabaja con muchos medios, de repente paso de un vídeo a una fotografía, a un sonido… pero con este despliegue se empiezan a entrelazar. La respuesta de lo que estás viendo en uno te la está dando el otro.
Yo me considero una artista visual, y el medio va a depender de lo que cada proyecto demande
¿Qué importancia tiene en tu obra la sexualidad y las relaciones de poder que atraviesan esta noción?
Creo que la sexualidad es parte importante de la identidad y motor esencial del ser humano. Siempre me ha interesado poder hablar de la sexualidad desde un punto de vista muy amplio: la sexualidad en edades tempranas, la sexualidad en relación con la maternidad, la sexualidad a través de la prostitución, etcétera.
¿En qué momento obras como Red Hot o Identity pasan de ser un proceso personal de introspección a tener una dimensión artística?
Red Hot no lo pensé como un proyecto artístico, sino que salió de un momento en el que yo me estaba cuestionando cosas de mi vida personal y necesitaba sacarlas, necesitaba visualizar esa angustia. Era algo tan profundo que sólo podía sacarlo escribiendo con algo que también se produjera dentro de mí. Fue un ritual en el que me enfrentaba conmigo misma cada mes: me desnudaba, sacaba casi de forma automática aquello que sentía y, una vez que lo veía, era como si ya estuviera fuera y necesitaba limpiarlo y pasar a otra cosa. El proceso duró dos años, hasta que me mudé como artista residente a Zimbabue. Cuando volví de Zimbabue, fui al baño para hacerlo de nuevo y fue como: “ah, ya no tengo que volver aquí, ya no lo necesito”.
Durante esos dos años yo no vi lo que había rodado. Luego, mi galerista de Nueva York me preguntó si tenía algún proyecto para una exposición individual. Yo le dije: “bueno, pues igual tengo algo, déjame mirarlo”. Y ya pude revisar el material con cierta distancia. Cuando lo vi por primera vez expuesto, me di cuenta de que yo ya estaba totalmente fuera. El trabajo empezó a tener su propia vida, ya no importaba mi «yo». Entendí también que el medio no era el centro del proyecto, sino que había sido la fuerza con la que pude sacar eso afuera.
Si lo relacionamos con el tema transgeneracional de Identity, puede que provenga de los rituales que realizaban los guanches cuando iban al mar y limpiaban a las mujeres para que fuesen fértiles al mes siguiente. Es un proyecto con muchas capas, muchas lecturas, y cada uno lo puede hacer suyo, tanto hombres como mujeres. Es un «yo» neutro, pues sólo ves un cuerpo que hace una acción, que tiene un sufrimiento, por el sonido, por los gestos… Y también entiendes el tiempo a través de los colores de las uñas, los colores de la piel, del fluorescente del baño que va cambiando durante esos dos años.
Siempre me ha interesado poder hablar de la sexualidad desde un punto de vista muy amplio
Creo que Identity llegó como una respuesta natural a aquellas preguntas que yo me estaba haciendo. Quería seguir entendiendo cosas y, entonces, a través de un familiar que yo no conocía de nada, descubrí que teníamos intereses en común. Empecé a investigar, hasta que decidí hacerme una fotografía con esa persona y me di cuenta de que físicamente tenemos un montón de cosas en común. Me planteé el tema del legado transgeneracional y dije: “tengo que ir más allá”. “¿Qué pasa si me parezco a mi padre? ¿y a mi madre?”, y me fui adentrando.
¿Forma todo parte del mismo viaje de autoexploración?
Es un viaje de autoexploración, sí, porque yo no puedo trabajar desde otro lugar que no sea de mí misma. Pero también creo que para que los proyectos trasciendan, aunque hayan venido de una preocupación o interés propio, tú [el público] también tienes que entrar en ellos. Lo interesante no es que vayas a Identity, por ejemplo, y digas: “ah, aquí Yapci…”. No es tanto lo que está ocurriendo conmigo, sino que cuando te vayas el viaje lo hagas tú, que te vayas cuestionándote a ti mismo. Es algo que yo no puedo controlar, pero si eso pasa… realmente es lo bonito.
En Back & Forth enfrentas fotografías tomadas hace diez años a una serie de personas con vídeos en las que ellas mismas hacen balance de sus vidas durante ese tiempo. ¿Cómo fue ese reencuentro?
Fue gratificante, por un lado, pero por otro, fue duro ver que la vida no siempre va por los caminos a los que aspiramos. Aunque otros han llegado a un lugar maravilloso y han logrado sus objetivos. En ese sentido, Back & Forth es un proyecto que responde a Red Hot, al tema de hacer balance contigo mismo tras ver a los otros. A veces no nos damos cuenta de dónde estamos, y cuando te reencuentras con esas persona te das cuenta de que ha habido un deterioro.
¿Cómo viviste el proceso de inmersión en Aruba durante el desarrollo de tu obra Perras?
A mí me invitaron a la Bienal de Arte Contemporáneo del Caribe en Aruba como artista en residencia para hacer un proyecto de investigación sobre la prostitución. Yo ya había desarrollado en 2009 un proyecto artístico sobre la prostitución en Tenerife, y después había estado trabajando el tema en Miami y en El Congo. Entonces, cuando fui a la ciudad de San Nicolás, en Aruba, conversé con mujeres que se dedicaban a la prostitución, hice fotografias, vídeos… Pero poner a la mujer frente a la cámara me parecía siempre muy difícil, me quedaba muy hecha polvo. Tenía que intentar encontrar lo que quería comunicar sin escucharlas ni verlas a ellas.
Decidí hacer el mismo gesto que hace un hombre cuando busca a una prostituta: me voy con un coche, enciendo las luces, la elijo…
Resulta que en Aruba tienen una problemática con los perros. Los abandonan y hay un montón de perros en la calle. Entonces entendí la relación que había entre las mujeres y los animales. Decidí hacer el mismo gesto que hace un hombre cuando busca a una prostituta: me voy con un coche, enciendo las luces, la elijo… y saco la fotografía de esas perras en la calle. Es una relación que hago de manera un poco directa, pero que creo que es lo mejor, ser claro con el mensaje y comenzar el diálogo. Creo que si hubiese puesto a la mujer de esa manera, te habrías parado en otra cosa. Cuando ves a esos animales que te miran de frente, con esa soledad, esa luz tan dura del coche, realmente entiendes lo que está ocurriendo con el tema de la mujer, con el tema del maltrato.
¿Cómo ves el panorama actual del arte en Canarias?
Creo que Canarias tiene una cantera de artistas muy potentes. No sé si tiene que ver con las propias islas, pero me parece que hay proyectos muy interesantes realizados por canarios. Yo me siento muy acogida por las islas. Me han dado unas posibilidades, una plataforma… Todo mi trabajo lo desarrollo siempre con y a través de mi territorio. Es algo imposible de olvidar, es donde he nacido. Mis cuestionamientos vienen desde aquí, aunque viaje, aunque me mueva.
Si estuvieses en un cargo de responsabilidad en el área de cultura del Gobierno de Canarias o de un Cabildo, ¿qué medidas tomaría para mejorar la situación del arte en las Islas?
Yo daría muchas facilidades para que los artistas puedan salir, porque obviamente estamos en un lugar bastante aislado y necesitamos el soporte de las instituciones para trabajar y tener visibilidad fuera. Otra cosa que creo que es muy importante es prever por dónde vamos a exponer los proyectos, que no sea todo un esfuerzo y una inversión para que luego se quede sólo en las islas.
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