Sabotaje al Montaje es el nombre artístico con el que firma Matías Mata, un artista canario reconocido internacionalmente que lleva 29 años pintando paredes, muros y fachadas de medio mundo.
Habla de su obra y de sus experiencias desde la humildad, desde la cercanía de una persona que no olvida sus orígenes y que no ha perdido el rumbo que le marca su conciencia social. Para Matías la sociedad es un montaje que hay que sabotear, y él no ha dejado de hacerlo a través de su arte durante todo este tiempo.
¿Cómo definirías el arte urbano?
Lo veo como una expresión libre. Un arte público, gratuito, educativo. Una apropiación del espacio público, que ha dejado de ser público. A veces una actitud un poco anarquista (risas). Una disciplina artística más.
¿Cuándo empezaste a pintar en la calle? ¿Cómo vivías aquella primera etapa pintando paredes y fachadas?
Fue en el barrio de Escaleritas por el año 1990. Eran otros tiempos, cuando todos estábamos en la calle. No había móviles, no había Internet. Todo se vivía y se hacía en la calle. Yo venía de muchos años de patinar, empezaba a llegar la cultura americana del hip-hop. También me gustaba dibujar. Y ya cuando empecé a ver vídeos de skate con paredes pintadas, dije: “¿y eso qué es?”.
También hay que reconocer la influencia de la gente de la Península que venía a estudiar y llevaban ya una década de graffiti. Esa gente fue trasladando esos lenguajes aquí y muchos de nosotros seguimos con esa moda… que vino como moda, pero luego se convirtió en un oficio como ocurrió en mi caso.
¿Por qué elegiste ‘Sabotaje al Montaje’ como nombre artístico?
De 1990 al 2000 yo firmaba como Wip y dibujaba un gusano. Después gracias al graffiti me animé y fui a hacer la prueba de mayores de 26 a la Universidad de La Laguna para entrar en Bellas Artes. Y a partir de ahí empecé a hacer otras intervenciones. Salía a hacer proyectos de participación social en barrios como Añaza. Y por ejemplo, en Añaza había muchos niños, pero no columpios. Y luego me iba a otro barrio y había columpios, pero no niños jugando. Desperté y vi a la sociedad como un montaje que hay que sabotear, y mi manera de hacerlo es mediante el color.
Veo la sociedad como un montaje que hay que sabotear, y mi manera de hacerlo es mediante el color
¿Cuál es la situación legal del arte urbano en Canarias?
El graffiti sigue siendo ilegal. Es la disciplina más anarquista, y con más ego también, se puede ver de muchas maneras… Y luego el arte urbano ahora se ha profesionalizado en todo el mundo. Desde hace ya mucho tiempo se hacen grandes murales, pero el graffiti consiguió refrescar el mural y sacarlo a la luz de nuevo. Llevamos ya 20 años de artistas urbanos canarios de casi todas las islas, y da para que la gente que nos dedicamos a ello podamos vivir un poquito de este arte. A mí me ha costado, con mucha constancia, pero sí se ha abierto una oportunidad como otro lenguaje artístico más.
¿Cuándo y cómo fue el paso de pintar “a escondidas” en la calle a que te contrataran las administraciones públicas para que lo hagas?
La verdad es que todavía salgo a la calle a pintar de ilegal (risas). En 1990 ya salía a pintar locales, de todo un poco, para buscarme la vida. Y un trabajo te lleva a otro… Nunca lo programé. Simplemente quise vivir de esto. Mala vida a veces… pero también satisfactoria… De verdad que no sabría decirte cómo. Simplemente pintaba por todos lados, en los barrios, de forma gratuita muchas veces. Y después otras para pagar lo mínimo, las facturas. Y después se fue poco a poco profesionalizando sin querer, sin yo buscarlo. Poco a poco se fue haciendo más serio, como un trabajo normal. Ni más ni menos que cualquier otro oficio.
¿Sigues haciendo intervenciones como las que realizabas en vallas publicitarias vacías pintando mensajes?
Fue una etapa. Hice casi 100 vallas con mensajes críticos, pero también positivos, desde el humor… La sociedad ha normalizado las reivindicaciones, por eso he tendido a hacer más humor… Ya pasé página y no sé qué será lo próximo, pero sí sigo de vez en cuando saliendo a hacer intervenciones, pero no a escondidas… Lo hago de día y como está todo el mundo mirando al móvil y a la tablet, pasas más desapercibido. Es increíble pero es así (risas).
Hemos leído que has tenido que ser un ‘mercenario del arte’ para no tener que irte de las Islas, pese a que ello ha supuesto que tu trabajo más personal haya avanzado de forma más lenta…
Desde pequeñito siempre había la coletilla de que para vivir del arte había que irse de las Islas. Y como soy un cabezota, cuando terminé mi carrera en Cuenca, en Madrid, tuve la posibilidad de quedarme allí durante unos años trabajando para empresas y en diferentes proyectos. Pero me vine para acá a luchar. Las islas tienen cosas buenas y cosas malas. También repercute en el trabajo.
Ahora después de 29 años, en los últimos 2 o 3 he podido hacer más mi obra personal. Tuve que tener paciencia. También todo ese ejercicio como ‘mercenario’ me sirvió para seguir aprendiendo y profesionalizándome, aunque tampoco tenía otras opciones. Tenía que hacerlo. No podía decidir qué trabajo hacer y cuál no, pero era mi pasión… Durante mucho tiempo cobraba como un pintor de brocha gorda que pinta paredes de blanco. Mis metros cuadrados valían igual, no se valoraba. Siempre ha costado un poco que valoren el arte en Canarias. No es nada nuevo.
Durante mucho tiempo cobraba como un pintor de brocha gorda que pinta paredes de blanco. Mis metros cuadrados valían igual, no se valoraba. Siempre ha costado un poco que valoren el arte en Canarias
¿Qué importancia tiene la temática canaria en tu obra?
En algunos momentos he rescatado el folclore, las tradiciones, y las he refrescado a través del graffiti. Me gusta la cultura y hay que recordar de dónde venimos, pero también hay que dejar paso a otras cosas.
Háblanos de la obra más personal de Sabotaje al Montaje, es decir, de los proyectos que responden únicamente a tus inquietudes
Pues un ejemplo está en La Laguna, que hice un homenaje a las personas que cuidan a la gente mayor. Esa es mi inquietud. Esa es mi obra. Y después meter también un poco de abstracción. Otro ejemplo son las obras que he hecho con el tema de los microplásticos. En Italia pinté a un pescador engodando a los peces con tapas de plástico. Otra es ‘Tanausú’, donde mezclo conceptos, cojo el cuerpo humano y meto información, mezclo la naturaleza con el aborigen. O lo que acabo de hacer en Jinámar, veo los conceptos del barrio y los interpreto, una chica con el fondo marino, la típica mujer mayor que está en todos los barrios con su perrito pequeñito, su bolso y un traje lleno de flores. Esas cosas cotidianas son parte de mi obra. Todo el mundo que retrato son gente que me tropiezo, les saco fotos y luego me hago mis historias.
Veo los conceptos del barrio y los interpreto. Esas cosas cotidianas son parte de mi obra. Todo el mundo que retrato son gente que me tropiezo, les saco fotos y luego me hago mis historias
Has viajado por el mundo dejando la huella de Sabotaje al Montaje en muros, paredes y fachadas. ¿Qué historias detrás de tus obras han dejado más marca en tu persona?
Al pintar en la calle conoces mil personas, relaciones, cariños y risas… Es verdad que nunca me imaginé que iba a salir tanto estando en Canarias y he tenido la oportunidad de que la gente me haya ofrecido poder participar en proyectos en ciudades de hasta cuatro continentes diferentes. Todas son bonitas experiencias. Hace tres o cuatro años en Colombia hice un retrato de una persona de aquí, de Tenerife, como un homenaje a la gente mayor. Gustó y me han vuelto a invitar a Cartagena con algún proyecto más social. O al ‘Tato’, que retraté en Penelles, un señor que falleció el año pasado. Cuando yo lo pinté pensaba que ya había fallecido, y mientras lo estaba pintando, apareció él con su moto. Y yo pensando: “¿este hombre no había muerto?”. Imagínate. Era un personaje muy querido en el pueblo. Casi todos los murales tienen sus pequeñas historias.
En tu obra encontramos retratos realistas, pero también un tipo de abstracción que combina colores vivos, dinamismo y figuras geométricas… Háblanos un poco de tu apuesta estética
Lo abstracto viene del graffiti, de los 90. También hice diseño y me he contaminado de todo lo que he ido estudiando. Es verdad que Canarias es más figurativa: tortugas, palmeras, sol… Todos los patrones que se puedan imaginar los he hecho. Y la abstracción es más improvisación, más espontáneo, más explosivo. Cuando lo hago ordenado no me gusta, cuando lo improviso es cuando salen cosas. Y ahora estoy mezclando las dos. Es una mezcla de todo lo que he venido haciendo en estos 29 años. Nunca me gusta repetirme. Me gusta cambiar, variar. Esos son los resultados y sigo experimentando.
Háblanos de la parte más política del arte urbano que comentabas, de esa lucha por la reapropiación del espacio público
Hace poco me leí un libro que me hizo despertar de nuevo. Era de Quetglas, un sociólogo de Buenos Aires que habla de cómo se margina a los barrios a través de la disposición del espacio público. Me recordó que es necesario el graffiti, que la gente salga a la calle a hacer cosas, aunque sea poner su nombre. El graffiti no estropea nada, se pinta sobre lo que está estropeado: muros abandonados, casas antiguas… Lo único que hace el graffiti es llamar la atención, decir: “mira, esto aquí está abandonado”. Vamos a mirarlo así.
Ahora el graffiti está muy de moda, tanta publicidad… y es muy difícil contener a la gente joven. Si vendes eso, a la gente no le da tiempo ni de digerirlo. Salen a la calle, pintan lo que sea… Hay un desmadre, que a veces también es necesario porque el espacio público ha dejado de ser público, con tanto civismo…
El músico tiene que tocar en la zona de la calle que se le ha asignado, la gente que hace skate tiene que hacerlo en un skatepark, yo siempre he jugado al basket en cualquier sitio, pones una canasta y para adelante, ahora no, sólo puedes jugar al basket en la cancha. No hay nada que se pueda salir, y si se sale ya está mal. Hay que recuperar el espacio público porque es super aburrido, diseñado únicamente para transitar. Uno se mueve para comprar pan, echar gasolina y todo ese tiempo se camina por un espacio sin vida.
Hay que recuperar el espacio público porque es super aburrido, diseñado únicamente para transitar. Uno se mueve para comprar pan, echar gasolina y todo ese tiempo se camina por un espacio sin vida
Y una pregunta obligada siempre que hablamos de estos temas es dónde están los límites entre arte urbano y vandalismo ¿dónde los sitúas tú?
Poner límites al arte… Hombre, tampoco es plan de ir pintando coches a la peña ni una furgoneta de un autónomo o la fachada de una casa. Se trata de una cuestión de educación. Hace falta más educación, más entendimiento, menos multas… Habría que dialogar y buscar la fórmula. Medio mundo está pintado y siempre hay problemas con eso.
Yo creo que hay cosas más vandálicas: los préstamos, los casinos en la calle al lado de los colegios, empiezo y no paro… como para estarnos preocupando de una disciplina artística como algo vandálico. Creo que hay cosas más importantes en la vida que hay que solucionar que tapar una pared de blanco. Gastan el dinero en macroproyectos cuando hay necesidades mucho más básicas por atender. Hay prioridades. También es verdad que esto es una cortina de humo. “Vamos a darle caña a los graffitis”, pero luego hay cosas más importantes que no interesa que salgan en los medios.
Empezar a pintar graffitis puede abrir puertas a muchos jóvenes, como me ocurrió a mí. Yo realmente no he visto nada grave aquí en Canarias. Y mira que están poniendo multas, de casi 3.000 pavos por lo menos a mucha peña. Ahora estamos viviendo la peor época de multas, te lo digo por gente que conozco que está muy activa haciendo graffiti puro y duro, y asombra. Yo creo que no los cogen in situ, sino por Instagram.
Hay que sacar un poco lo positivo de todo esto. Y eso es lo que deben hacer con el tema del graffiti, vamos a sacar lo positivo. Lo más fácil qué es, lo negativo. ¿Y cómo lo podemos hacer? Dejando muros libres, hay miles de muros abandonados y mal cuidados.
Ahora estamos viviendo la peor época de multas, te lo digo por gente que conozco que está muy activa haciendo graffiti puro y duro, y asombra
Imagina que eres el responsable del área de cultura de un Cabildo o del Gobierno de Canarias, ¿qué medidas tomarías para favorecer el desarrollo del arte urbano en las Islas?
Eso es una pregunta jodida (risas). No sé tío… Hombre, principalmente buscaría la fórmula de crear estructuras laborales. No haría macrofestivales. Buscaría la fórmula de integrarlos en cada barrio, creando pequeñas asociaciones donde se dinamice el tema artístico y laboral. Nada de gratuito. Quitaría las subvenciones e invertiría ese dinero en generar estructuras laborales. No gastar un dineral para hacer un evento en concreto y ya está, que se lo llevan los vientos alisios. Buscaría la forma de gestionar ese dinero público de la mejor manera, y no solo en el centro, sino sobre todo en las periferias, donde se necesitan las oportunidades laborales. Haciendo posible que la gente pueda vivir del arte en Canarias, que se puede hacer, muchos lo consiguen, pero cuesta.
En Canarias siempre ha estado el arte y la cultura como un entretenimiento o de manera elitista en las galerías, esos círculos que siempre se han movido a través de apellidos, herencias, yo que sé… Cada uno tiene su vida y es respetable, pero es verdad que el arte nunca se ha cuestionado como una labor, un oficio igual que el de carpintero, fontanero, chofer, como cualquier trabajo. Y hubiese ayudado muchísimo… Mira el ejemplo de César Manrique con Lanzarote y el turismo… Imagínate a todas las islas con contenido cultural.
Una de las normas que pondría yo es obligar a todos los hoteles a decorar sus instalaciones y habitaciones con obras de pintores y fotógrafos de aquí, que ponen a veces unas láminas horribles… Es muy simple, y así estarían presente los trabajos de las diferentes generaciones artísticas. Con todos los hoteles que hay en Canarias, no habría cuadro para tantas habitaciones.
Obligaría a todos los hoteles a decorar sus instalaciones y habitaciones con obras de pintores y fotógrafos canarios
¿Cuales son los trabajos a los que le guardas más cariño?
Pues mira, el último fue en Jinámar y yo me quedo con la experiencia que tuve allí. Fue muy divertida, es verdad que fue muy a piñón, pero estuvo bien la experiencia. En cada mural tengo una experiencia y me quedo con Jinámar ahora. Como es en Las Palmas me divierto y vuelvo a recordar mis inicios.
¿En qué estás metido ahora y qué retos tienes en el horizonte?
Ahora estoy terminando un homenaje a César Manrique aquí en Tenerife y luego me voy a Manhattan a pintar un proyecto social con otros 5 o 6 artistas que van de todo el mundo. Y después de vuelta a Tenerife otra vez. Tengo varios proyectos este año. La verdad es que antes no tenía proyectos, vivía mes a mes, y ahora te puedo decir que en septiembre me voy a Suecia a otro proyecto social, a Colombia en mayo… Eso antes no pasaba.
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