'; ; Por lo que más quieras ▷ Columna | Andrea Abreu López
por lo que más quieras

Por lo que más quieras

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Adrea Abreu

Te dejo que me preguntes a dónde vas diez veces seguidas. Te dejo que me mires y no sepas cuánto tiempo llevo sentada delante de ti, con las manos posadas sobre la mesa, pensando en comerme otro durazno ramblero. Te doy uno para ti y lo pelas. Dejas caer la cáscara sobre el plato como si fuera una cadena de oro. Lo cortas en pedazos y te lo llevas a la boca. Lo masticas despacio por si se te caen los dientes. Estoy segura de que los dedos te saben a ajo. Me acuerdo perfectamente de que los dedos te saben a ajo. Te dejo que me mires como si no me conocieras, porque, de hecho, no me conoces. Te dejo que me cuentes otra semana más la historia esa de cuando tenías cinco años y cargabas jaces de penillo en los hombros, hasta casi llegar a la playa, con un dolor metido en los huesos, chiquitita, menudita, de madrugada, calladita para que no te trancaran los guardias civiles. Te dejo que me agarres las manos y me las aprietes hasta que sienta que me vas a sacar dos dedos del sitio. Te dejo porque sé que ese es tu gesto más delicado, más cariñoso. Te dejo que me grites cuando te estoy haciendo el potaje. Te dejo porque ya no te acuerdas de cómo hacer el potaje, pero sí de que no se hacía como yo lo hago. Te dejo que me mandes a la mierda, que me insultes. Te dejo que te tapes los oídos como una niña chica. Te dejo que se te boten fuera los ojos de la rabia, que me mandes un portazo. Sus, má, te pones como el demonio, te dicen, y tú te enfadas y te hierve la sangre y se te sale el fuego por las orejas y las narices. Te dejo que me preguntes a dónde vamos, quién, qué, cuándo, qué vamos a hacer de comer, qué voy a hacer de comer yo ahora dios mío y esta gente sin venir y todos esos chicos ahí dentro metidos que lo revoltillaron todo y no hay chicos no hay gente nadie va a venir pero tú sigues diciendo qué qué qué qué voy a hacer de comer yo ahora con la hora que es. Te dejo que me preguntes cómo va a ser qué. Cuándo va. Adónde era que. Muchacha, y. A dónde yo. Y ahora dónde metí las. Y qué hice yo ahora con el. Y qué diantres demonios carajos viene a hacer yo aquí en esta maldita cocina. Te dejo que te equivoques de nombre. Que me llames como si fuera mi tía, mi madre, tu hermana, tu prima a la que llevas sin ver desde 1989. Te dejo que ni siquiera sepas cómo nombrarme. Esta… aquella…Te dejo que te olvides de mí. Yo te dejo todo. Te lo juro. Por lo que más quieras.

Te dejo que te equivoques de nombre. Que me llames como si fuera mi tía, mi madre, tu hermana, tu prima a la que llevas sin ver desde 1989. Te dejo que ni siquiera sepas cómo nombrarme.

Periodista, escritora y directora del Festival de Poesía Joven de Alcalá de Henares. Máster en Periodismo Cultural y Nuevas Tendencias. Autora de la novela 'Panza de burro' (Editorial Barrett, 2020).

4 Comentarios

  1. Con qué sentimiento y bien Narrado lo has Escrito!!!
    Lo viví parecido. También yo dejaba que me Llamará como quisiera.
    Precioso y entrañable.

  2. ¿Por qué no me deja esto escribir en minúsculas?
    También, como a ti, nos pasó que tuvimos una abuela cuando apenas se conocía el Alzeheimer. Era cariñosa y dulce como ella sola, aunque a veces, como canaria que era y sola que se creía, lanzara amenazas a este, su nieto: ¡Mira que te saco la puntilla! o sus ¡Socorros en los días de más calor! Yo sé que los nietos la queríamos y comprendíamos lo que quería decir, de dónde le venía cada recuerdo.
    Nos hacía reír: hace falta una cama grande, grande para acostarnos todos y dormir bien, porque esa se rueda sola y es estrecha. Desde el punto de vista del cariño, era todo risas: de la normalidad a la extrañeza ante la broma.-«soy su doctor privado, el dr. Frankfort»-
    «no me engañes, eres tú. Dame un beso, suéname, ¿y la crema?» Así se fue yendo nuestra abuela. también decía cosas feas, pero ese «¿Usted quién es?» nos hacía sonreír tanto, más cogerla de las manos y sentir el amor de esa edad, que ya no es artificial. Guárdalo como tu ángel de la guarda, adrea abreu: lo es.

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