La poesía nos enseña que el lenguaje nunca es inocente. Los poetas y escritores soslayan una serie de curiosos argumentos en virtud de los cuales hacen su particular selección de palabras, de tal forma que, como si intuyeran a los vocablos y voces como seres sensibles, tratan de evitar cualquier género de abuso o profanación de los mismos. Así se curan del manoseo y maltrato habitual de términos como onírico, surrealista, brutal… etcétera. Con este prefacio quiero llegar a un punto, que cuando a un poeta de La Gomera de principios de siglo se le considera miembro de pleno derecho del movimiento surrealista a nivel europeo, llega a ser un político comprometido en el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, funda y colabora con La Gaceta de Arte, es encarcelado en un campo de concentración sahariano y llega a formar parte de la inteligencia militar republicana, ese poeta se ha ganado incuestionablemente que se le aplique uno de esos apelativos grandisonantes, tendentes a la hipérbole, pero generalmente carentes de significado por su sobreuso. Y ese apelativo es: imperdible. Disculpen, eso ha sido un chistecillo. En realidad, quería decir increíble. La persona lectora que sepa leer ya se habrá enterado de que nos referimos a Pedro García Cabrera.
El poeta Pedro García Cabrera y el mar

No es de extrañar que los versos de un poeta tan comprometido con su coyuntura social hablen de su entorno, de su pueblo, de lo bello, de lo mundano, del mar, no en vano le llamaban el poeta del mar (haciendo honor a la verdad, he escuchado o leído llamar así a un buen puñado de hombres, sin ir más lejos el poeta canario Alonso Quesada, o el escritor colombiano Gregorio Castañeda), del amor puro y simple… Incluso de los líquenes del bosque, y es que su primer libro de poemas publicado se titula así: Líquenes (1928), alumbrado bajo el paraguas de la revista Hespérides. Con 23 años ya dejaba entrever en sus rimas y estrofas la extraña amalgama que era Pedro García Cabrera, con el vanguardismo progresista de la Generación de 27, el surrealismo del Surrealismo y el amor por las simples cosas que le habían dado la vida, estando por encima de todo el mar. Echemos un vistazo al poema número 20 del libro:
algo degenerado le tiró al mar,
todos los meridianos de mar y tierra
abuchean la noche que está en verbena.
De mares extranjeros vinieron olas
que arrastran sus canciones sobre la arena
Del polo encristalado, que vio encenderse
los géiseres azules de las ballenas…
(CONTINÚA)
Con “detrás del gran pellizco del malecón”, y “…mar y tierra abuchean a la noche que está en verbena”, el poeta hace dos de los ejercicios que más se repetirán a lo largo de su obra. Por una parte, crear imágenes inesperadas y contraintuitivas, contradictorias y que provocan el fruncido instantáneo del ceño, violentas en términos de sacudida a quien lee. Es el malecón el que molesta al mar y no al revés, y es éste el que, a modo de venganza, molesta en la normalidad de la noche, como dos vecinos en disputa. Esto nos empuja hacia el segundo ejercicio, el de personificar y sensibilizar a los elementos naturales que por lo general son sujeto de sus poemas, lo que se conoce en métrica como prosopopeya. Comienza a hablar entonces de una venganza involuntaria del mar, mediante la cual trae consigo canciones del otro lado del mundo, simbolizando la fuerza y profundidad del océano, pero también su carácter pasivo, pues son las canciones las que se arrastran con las olas o no al revés. El poema continúa mencionando todo lo que el océano transporta inexorable pero inesperado. Es decir, habla del mar con la solemnidad de quien lo teme y el amor de quien lo bebe.
Con el tiempo, después de pasar años en la Península y vivir una serie de desventuras que le hieren directamente a él o a sus amigos, y que en todo caso simbolizan lo convulso de aquellas décadas, su relación con el mar irá transformándose. Llegará a escribir de la mar con ira, dirá que “le ha dado la espalda tantas veces y no le ha dado un lenguaje para nombrarla”. Sea como fuere, el océano será el orbe hacia el que siempre elevará la mirada en busca de respuestas y del que recibirá preguntas. Nunca perderá la rima para su Isla.
El poeta Pedro García Cabrera y el mundo

El poeta Pedro García Cabrera y la guerra
Hemos hablado poco de su faceta revolucionaria, si bien nada había más rupturista que un poeta surrealista. Pedro García Cabrera se afilia al Partido Socialista Obrero Español en 1930, cuando esas palabras significaban algo, y su nombre figura en las listas de la coalición republicano-socialista en las elecciones municipales de 1931. Pasa por el Cabildo Insular. Ostenta varías concejalías en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, y ejerce una fuerte oposición intelectual cuando no gobernaba su coalición. En mayo del 36 hace acto de presencia en la toma de posesión del gobierno de Manuel Azaña, tal era su reputación, y en julio el golpe de estado le pilla en Tenerife. En ese momento da comienzo un periodo de lucha descarnada y supervivencia.

El 16 de Julio, desde el primer albor del conflicto que como sabemos comenzó aquí, y por su militancia política con el PSOE, Pedro García Cabrera es detenido junto a otros 36 compañeros. Les metieron en un barco, que hizo una parada en el Muelle de La Luz en Las Palmas de Gran Canaria, y de ahí les llevaron a uno de esos lugares que han quedado para el olvido, los campos de refugiados canarios. Les trasladaron al de La Isleta, que García Cabrera definiría como “arrancado de una página de Dante”. Al día siguiente les vuelven a meter en un barco, y toman conciencia de la magnitud de su destierro. Les llevan al campo de concentración Villa Cisneros, en El Sáhara. Allí pasará muchos meses haciendo trabajos forzados junto a sus compañeros, mientras reciben sorprendentes noticias de fusilamientos en España. Si cabe tal expresión, peor suerte corrió su amigo antes mencionado Domingo López Torres, que murió a manos del régimen en uno de esos fusilamientos, tras pasar un año en el campo de concentración de Fyffes, donde hoy se encuentra el museo Elder, y su cuerpo fue arrojado al mar.

Sin embargo, García Cabrera protagonizó, junto a sus compañeros del campo, una fuga digna de una película. En marzo de 1937, doce presos se hacen con el control del barco que hacía los traslados entre las Islas y el campo. La falúa se llamaba el Viera y Clavijo. Así llega a Dakar (Senegal) y surcan los mares hasta Marsella, y de ahí a Barcelona. Lejos de querer dedicarse al incógnito contemplativo, el poeta se va hasta Granada y se alista en la resistencia republicana, recalando en la sección de inteligencia. Allí sufre un grave accidente en batalla. Por supuesto, es poeta, él y su enfermera, Matilde Torres, se enamoran y posteriormente se casan. En el año 38, solo un año después de la fuga, es encarcelado de nuevo. En este caso, permanece en una cárcel de Andalucía ocho años, hasta 1946. Lo dicho, una vida de película.
El poeta Pedro García Cabrera y la poesía

Pero el tiempo devolverá a Pedro García Cabrera la ilusión por su tiempo, pues vivirá lo suficiente para ver morir la dictadura y el renacer de la democracia. En sus últimos años se publicarán libros suyos que llevaban medio siglo censurados. Participa en la vida intelectual y cultural del nuevo paradigma de libertad hasta el final de su vida. En el año 76 se celebra en La Laguna el primer Congreso de Poesía Canaria desde la muerte del dictador, y García Cabrera es uno de los invitados de honor. Lo sienten casi como un símbolo. El poeta es un estajanovista, su nervio creador continuará echando humo hasta su último estertor, con 75 años, en 1981.
jamás la de la muerte,
dolor de criatura anonadada
por ningún más allá…
(CONTINÚA)
El poema, titulado Cuando la mar descansa pertenece a Poemas del cuaderno verde, publicado un año antes de su muerte. Pedro García Cabrera nunca pierde la poesía, nunca deja caer su pluma. Nunca pierde esa manera de mirar al mar o a sus Islas. Domingo Pérez Minik dice, a propósito de lo indefinible de la poesía, que “sabemos bien que la poesía de hecho y de derecho carece de mensaje. Porque nadie sabe qué es la poesía”. Tal vez la poesía sea eso: una manera de mirar.
Recursos Bibliográficos
- Ayala, M.(2020) Cuando la vida hace rima. El Día.
- Bernal Suárez, D. (2018) Pedro García Cabrera: vida y poesía. Deriva21
- García Cabrera, P. (s/f) atlanticosonoro.com
- García Cabrera, P. (s/f) poesi.as
- Pérez Minik, D. (1976) prólogo del libro A la mar fui por naranjas. Antología poética. EDIRCA.