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Mercedes Pinto: una escritora canaria feminista

Mercedes Pinto es una escritora canaria que se adelantó a su tiempo en muchos aspectos, entre ellos, la defensa de los derechos de la mujer. Dentro del feminismo es importante reivindicarla por muchos motivos, como por ejemplo, haber sido capaz de describir con amarga precisión el infierno físico y psicológico que vive una mujer maltratada y oprimida por su marido.

Pero Mercedes no habla desde la distancia, no da voz a «esas mujeres», se da voz a sí misma, ella es esa mujer que ha sobrevivido a la expresión más violenta del patriarcado para contar su experiencia y apuntar con el dedo a las estructuras sociales que han justificado y avalado su opresión: la justicia, la religión, la familia. Esto es lo que cuenta en la novela Él, en los años 20, desde su exilio en Uruguay.

Y te preguntarás, ¿por qué se tuvo que exiliar Mercedes? Y la respuesta la encontramos otra vez en el feminismo, por culpa de una conferencia donde defendió el divorcio como medida higiénica en plena Dictadura de Primo de Rivera.

Este artículo busca acercar la figura de Mercedes Pinto y su defensa por los derechos de la mujer, profundizar en su novela Él y ofrecer recursos que permitan ampliar información sobre esta increíble canaria para todo aquel que se quede con ganas de más.

El divorcio como medida higiénica

Mercedes Pinto nació en San Cristóbal de La Laguna en 1883 y desde joven se la conocía como la poetisa canaria, pues en la adolescencia ganó varios concursos regionales de poesía. Su familia era culta y pudiente, lo que le permitió adquirir una buena educación en un contexto social marcado por el analfabetismo generalizado. A los 26 años se desposó con el capitán de la Marina Juan de Foronda y Cubillas y formó una familia con tres hijos. Fue un matrimonio atormentado en el que Mercedes Pinto sufriría en sus propias carnes la violencia patriarcal, un matrimonio que marcaría su vida y su obra.

 

En su valiente y controvertida ponencia reivindicó el divorcio y denunciaba las injustas leyes conyugales vigentes en el país

“El divorcio como medida higiénica” es el título de la ponencia que dio Mercedes Pinto en el congreso médico “Conferencias Higiénicas” celebrado en la Universidad Central de Madrid en 1923, cuando ya su marido se encontraba internado en un centro psiquiátrico. Esta valiente y controvertida ponencia en la que reivindicaba el divorcio y denunciaba las injustas leyes conyugales vigentes en el país, fue aplaudida por los asistentes al congreso, entre los que se encontraban personajes públicos de alta relevancia política como el Príncipe Luis Fernando de Baviera, con el que tuvo una memorable conversación.

En ese encuentro el príncipe le preguntó de dónde era, y ella contestó: “soy canaria”. A lo que preguntó sorprendido: “¿Pero hay canarios rubios?” Y Mercedes Pinto cuenta, riendo, que le contestó: “Hay canarios de todos los colores”. La conversación, que se desarrolló entre bromas, culminó en una invitación a conocer a su esposa. Mercedes Pinto finalmente acudió a la cita en Palacio y se encontró rodeada de sacerdotes y familiares de Alfonso XIII, como la princesa Paz, quien la invitó a participar en la tarea de fundar por toda España de las Juntas de Acción Católica, de las que ella era presidenta, invitación que Mercedes Pinto declinó.

El desplante de Mercedes Pinto y el hecho de que no le cayera bien a la esposa del Príncipe Luis Fernando de Baviera, y hizo que este le dijese: “Es posible que se vea usted obligada a salir de España”. Y tres días después de este hecho, Mercedes Pinto fue requerida por Primo de Rivera para una entrevista personal, debido a que Carmen de Burgos, presidenta de la Asociación de Mujeres Ibero-Americanas, la había presentado en su día como “secretaria” de dicha asociación.

En la conversación con Primo de Rivera fue censurada por haber hablado en favor del divorcio, ya que según el dictador, España era católica, tenía un concordato firmado con el Vaticano y no se podían hablar de ciertas cosas que Roma prohibía. Finalmente, tras aquel desagradable encuentro, el dictador Primo de Rivera decretó su destierro a Bioko, lo que hizo que decidiera exiliarse a Uruguay junto a sus hijos y su amante Rubén Rojo, con el que se casaría legalmente al llegar. Por aquel entonces, Uruguay era uno de los destinos más atractivos para los exiliados políticos donde podían respirar aires de libertad. Y fue precisamente en este país donde escribiera años más tarde su famosa novela Él, donde describiría los martirios y la violencia sufrida por parte de su primer marido.

“Ella(s)” Documental del cineasta canario David Baute

Él, la violencia machista en primera persona

En la novela Él, Mercedes Pinto analiza de manera quirúrgica el patriarcado sin llegar nunca a conceptualizarlo como tal. Las acciones y palabras que pone en boca de su marido, al que nunca llama por su nombre, sino usando el pronombre Él, rezuman la ideología machista avalada por todas las estructuras sociales de la época. No obstante, ella opta por convertirlo en un enfermo mental, y aunque en ciertas descripciones parece que estemos ante un verdadero paranóico, no deja de ser un maltratador.

¿Por qué Mercedes Pinto busca en la ciencia médica una respuesta que explique el comportamiento de su marido? Quizá porque en su relato sólo determinados médicos comprenden su situación y empatizan con ella. De hecho, ella misma afirma en la novela: “Y yo sabía que la ciencia me defendería; que había quien con voz de autoridad irrefutable, diagnosticaría claramente; que existían hombres consagrados a la “Psiquiatría” que me sacarían de la mano de aquel pozo de tinieblas en que me encerraba la ignorancia y la rutina…”

Y efectivamente, la manera que encontró de librarse de la violencia de su marido, alejando así la posibilidad de morir ella o alguno de sus hijos en cualquier momento, fue precisamente internarlo en un sanatorio mental debido a su “enfermedad”. Era una cuestión de vida o muerte, y ni las leyes, ni la sociedad, ni la familia suponían una solución a su situación, muy al contrario, la avocaban a resignarse ante la opresión y justificaban su violencia. El problema de “medicalizar” la situación de su marido era, que al considerarlo “enfermo”, en ocasiones sentía lástima y compasión por su opresor.

Esta patologización de la ideología machista es lo que la llevó, cuando ya su marido estaba internado, a visibilizar la violencia de género que sufrían ella y muchas otras mujeres, mediante su ponencia “El divorcio como medida higiénica”, precisamente en un congreso médico. Simplemente era el discurso y el contexto más favorable para su causa.

La violencia y opresión que sufría por parte de su marido responde no a una enfermedad, sino a la ideología machista del patriarcado

Pero, como decíamos, la violencia y opresión que sufría por parte de su marido responde no a una enfermedad, sino a la ideología machista del patriarcado que regulaba la existencia de las mujeres durante su época (y cuyos efectos siguen latentes, desgraciadamente, hasta la actualidad). Algunos ejemplos los encontramos en estas frases pronunciadas por su marido:

  • La frustración laboral la pagaba con ella: “¡Si no quieres que me “vuelva loco”, insúltame, grita, rabia, y verás como al castigarte con “razón para ello”, me quedo luego descansado y tranquilo…!”
  • Los celos enfermizos llegaban al absurdo: “Infame, cuando vayas a casa me las pagarás… ¿crees que no he visto ponerte a confesar por el lado donde [el cura] no tiene la cortadura…?”
  • La superioridad jerárquica por ser hombre: “Yo sé que tengo endurecidos los sentimientos para todos los afectos y que no quiero como debía ni siquiera a ti ni a mis hijos, ni a mi madre… Pero es que yo tengo conciencia de mi valor moral, y así como Dios se quiere a sí mismo más que a la humanidad, yo que conozco y sé que valgo más que todos vosotros, me quiero y me admiro, ¡y siento a veces, hacia los demás un impulso de desprecio…”
  • Violencia gratuita frente a sus hijos: (Cuando ella y su hijo jugaban con un pajarito). ““¡Siempre has de estar haciendo estupideces, mujer! ¿Es así como te haces respetar de las criaturas?” Y con su fuerte pie, aplastó el pajarillo…”
  • Sobre la propiedad del dinero: (Cuando Él vio los regalos frente al árbol de Navidad). “¿Pero qué imbecilidades son éstas? Aquí no hay más que historias estúpidas que tú le cuentas, y una cantidad de juguetes inútiles, en los que se ha gastado mi dinero, ¿sabes?; no el tuyo, que no lo tienes, sino mi dinero…”

Como vemos, la mujer es un objeto propiedad del hombre, sin voz ni capacidad de acción, sujeta a su voluntad. Y esta situación, lejos de ser considerada como una anomalía, era producida y avalada por las estructuras sociales de la época.

Cuando en diferentes ocasiones le contó a su madre, al sacerdote que la confesaba, a un conocido o a un abogado, la violencia física y psicológica que ejercía su marido sobre ella, que incluían episodios de palizas, torturas, reclusiones, martirio psicológico, violaciones, privación de bienes materiales, amenazas a la integridad física de sus hijos e intentos de asesinatos, las respuestas que encontraba eran las siguientes:

La madre: “Debes ser con “Él” más afectuosa y condescendiente; tiene quejas de ti y me las ha explicado “tan razonablemente, que me ha convencido”. […] Sé buena, tratalo con dulzura y la paz vendrá sobre vosotros…”

El cura: “Soporta tú resignada, hija mía, que todavía no llevas más que cinco…”

Una persona anónima a la que consideraba sensata: “Soporta más pobre niña, soporta más aunque no sea más que por “ellos”, por esos pobres niños, a quienes, el mal ejemplo de una separación desmoralizaría…”

El abogado le decía:

  • “¿Tienes testigos?”
  • “Los sirvientes” – le respondí.
  • “No pueden serlo; la ley así lo establece. ¿No recuerdas que nadie, ajenos a la casa, que haya visto u oído?”
  • “¡Oh!, señor” – le respondí angustiada – “no es costumbre que los amigos estén ocultos en las alcobas”
  • Sonrío dolorido diciéndome:
  • “Es verdad…”
  • “¿Y entonces? ” – insistí.
  • “Entonces es muy difícil probar nada. Tus heridas no son mortales”

Estas declaraciones provenientes de la familia, la religión, la sociedad y la justicia reflejan el contexto histórico-social en el que se encontraba una mujer frente a su marido: la incomprensión de la familia, la abnegación al marido y la imposibilidad de tener a las leyes de su lado a no ser que sobreviviera a un intento de homicidio en presencia de extraños.

Película Él de Luis Buñuel basada en el texto de Mercedes Pinto

Conclusiones

Las descripciones que Mercedes Pinto vuelca en la novela Él son crudas, difíciles de digerir, como un trozo de comida que se queda atascado en la garganta. La dureza del texto busca nombrar una realidad que la sociedad trata de mantener sin voz, oculta, que debe pudrirse en la intimidad de la esfera de lo privado. Pero Mercedes Pinto ventila las alcobas y convierte la “mala suerte” que sufren algunas esposas en un problema social, en algo público, que nos incumbe a todos nosotros, y al que se debe poner solución. No solo en una novela, sino años antes dando la cara ante un auditorio con un discurso que le costó el exilio.

Obras de Mercedes Pinto

  • Obras teatrales: “Un señor cualquiera” (1930), “Silencio” (1929), “Una mujer, Ana Rosa” (1932).
  • Poemarios: “Brisas del Teide” (1921), “Cantos de muchos puertos” (1940), “Más alto que el águila” (1968).
  • Ensayo: “La emoción de Montevideo” (1949).
  • Novelas: “Él” (1926), “Ella” (1934), “El alma grande del pequeño Juan” (1950).
  • Cine: «El coleccionista de cadáveres» (1966), «Días de viejo color» (1967).

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Director de Alegando! Magazine. Máster en Estudios Literarios. Especializado en Marketing Digital. Licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual.

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