'; ; Macu Machín ▷ Directora de Cine | Cine Canario | Documentalista
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Entrevista | Alegando con Macu Machín

Macu Machín es una directora de cine grancanaria que, como ella misma nos cuenta en esta entrevista, se identifica con un «cine sin etiquetas», aunque actualmente se inclina hacia la no-ficción, a la que considera «un espacio de fronteras difusas y mucho más libre».

El mar inmóvil, Ernesta y Elena, Quemar las naves, La Campaña o Los muertos son sólo algunas de sus obras, que han ido configurando una filmografía marcada por una indagación constante en las diferentes maneras de entender el mundo, a medio camino entre la realidad y la ficción.

¿Cuándo y cómo empezó tu interés por el audiovisual?

Supongo que desde que era pequeña y jugaba con mis primos a que estábamos dentro de una película y cada uno interpretaba su personaje. Recuerdo que discutíamos mucho sobre quién iba a ser el protagonista y cómo se iba a desarrollar cada trama.

Pero el momento decisivo llega a los catorce o quince años. En el instituto tenía una asignatura optativa de cine y recuerdo que estuvimos todo el año viendo cine mudo. Fue una revelación brutal: Dreyer, Murnau, Gance, a oscuras y en completo silencio.

En una entrevista describías tu recorrido profesional como “azaroso, inesperado y con algunas cuestas empinadas”. ¿En qué sentido fue así?

Cuando tienes veinte años, posees toda la fuerza, el coraje de la juventud, pero no estás preparada para los reveses, o al menos, ese fue mi caso. Tuve un par de malas experiencias con proyectos de los que tenía grandes expectativas, que en su momento los viví como tremendos fracasos, pero que me han ayudado a crecer y a relativizar con el tiempo. Cuando estaba en una escuela de cine en Madrid, mi profesor Juan Miñón me decía que si a los 27 años no rodaba mi primer largo, mejor me dedicaba a otra cosa. Esa sentencia fue muy dura. Tener esa cuenta regresiva como única guía solo ayuda a alejarte de tu verdadero camino. Afortunadamente hace tiempo que no creo en que la juventud sea la vara de medir el talento, creo más en la honestidad, humildad y en la perseverancia.

Me dijeron que si no rodaba mi primer largo antes de los 27 años, mejor me dedicara a otra cosa. Esa sentencia fue muy dura. Tener esa cuenta regresiva como única guía solo ayuda a alejarte de tu verdadero camino

Así que algunas ideas preestablecidas que vienen de formación como “a qué edad debes rodar tu primer largometraje para que te tomen en consideración”, o “cómo debe ser el cine hecho por una mujer” las he ido desechando. Todo eso forma parte de ese “camino azaroso” y con baches que me ha permitido poner el foco en proyectos más personales, a disfrutar de mi propia experiencia de errar, aprender y entender el mundo haciendo piezas más libres y experimentales. En un momento dado decidí no seguir entrenándome para conducir por autopista y hacerme a la idea de que el camino que más me estimulaba era empinado y pedregoso. Este camino de introspección a través de la imagen lo estoy disfrutando mucho y no lo cambio por nada del mundo.

Los cortometrajes Ernesta y Elena y Quemar las naves se elaboran principalmente con material de archivo. ¿Qué importancia tiene este recurso en tu creación?

Ya en Ruinas misteriosas comencé a apropiarme de archivo sonoro de la Guerra Fría, en La Campaña diseñé la pieza como si fuese material de archivo colonial. En Ernesta y Elena me centré en archivo fotográfico de esa época y en Quemar las naves, en una película muda. Siempre me ha interesado el trabajo de found footage, o de metraje encontrado, poder apropiarme de materiales ajenos, escarbar en ellos y encontrar mi propia verdad ahí.

Tanto en Los muertos como en El mar inmóvil se palpa una atmósfera extraña, onírica, como de realismo mágico, y parece que tu proyecto de largometraje La Hojarasca también va en esa dirección… ¿Qué te atrae de este lenguaje?

Me interesa mucho el cuestionamiento de qué es realidad y qué ilusión o si realmente podemos alcanzar a entender el mundo tal y como es. Todo lo que nos rodea lo percibimos como una construcción de muchas capas de sentido, así que me parece que el documental es, justamente, un buen punto de partida para indagar en maneras de entender el mundo puramente subjetivas, y borrar definitivamente las fronteras entre lo real y la ficción, entre lo histórico y lo íntimo, entre lo documental y la ensoñación.

El paisaje también es un elemento central en tu obra. ¿De dónde viene este interés?

Tengo una concepción del mundo bastante panteísta. Me siento muy conectada con la naturaleza porque toda mi familia proviene del campo, pero a la vez tengo una educación muy europea que me lleva a conectarme con esa naturaleza de manera muy cultural, como lo hacían los románticos alemanes. Así que se mezcla lo familiar con el arte que me gusta, de inspiración fundamentalmente pictórica, y mis lecturas orientales como Basho o Lao Tse. Todo eso me lleva a ver el mundo de una determinada manera, ya sea un paisaje rural, urbano o turístico.

¿Dónde se decide más el rumbo de tus creaciones: en el guión, en la filmación, en el montaje…?

Todas esas fases son cruciales, en cada una de ellas tomas decisiones que llevarán a tu película hacia un lugar determinado. Pero es en el montaje cuando descubro la película que verdaderamente tengo y empiezo a darle forma. Todo lo que viene antes, de manera inconsciente, está llevándote a ese punto en el montaje. Por eso para mí es muy importante la fase de desarrollo, momento en el que investigo, leo, veo películas, cuadros y fotos que me sirven de inspiración y que cuestiono.

Podría decirse que te mueves en un terreno más documental… ¿te identificas en esta etiqueta? ¿Ves conveniente hacer distinción entre la ficción y la no-ficción?

Me identifico con un cine sin etiquetas, pero si me tengo que quedar con una ahora mismo es la de no-ficción, que transita por un espacio de fronteras difusas y mucho más libre.

Me identifico con un cine sin etiquetas, pero si me tengo que quedar con una ahora mismo es la de no-ficción, que transita por un espacio de fronteras difusas y mucho más libre

¿Qué referentes cinematográficos te han guiado en tu carrera?

Parecería extraño que después de hablar de cine experimental y de no-ficción te diga que me han guiado los clásicos, pero es así. Al cine que regreso una y otra vez es al de Hitchcock, Bergman, Wilder, Buñuel o Mizoguchi.

¿Cómo ves el panorama del audiovisual en Canarias?

Es un panorama rico, agreste, un tanto salvaje y eso me parece muy estimulante, es decir, el hecho de que haya muchas maneras de hacer cine desde las islas. Cada una tiene su espacio. Además, creo que más que nunca se están viendo fuera nuestras películas en festivales internacionales, especialmente, de tipo independiente. Hay miradas personales muy reconocibles y un campo basto, en el que está todo por hacer. Si se mira de forma optimista, es estimulante.

Si estuvieses en un cargo de responsabilidad en el área de cultura de un Cabildo o del Gobierno de Canarias, ¿qué medidas tomarías para mejorar la situación actual de nuestro audiovisual?

Imaginarme en ese cargo me cuesta, la verdad. Y no sé si es el mejor lugar desde el que cambiar las cosas por lo perversas que son a veces las estructuras. Me parece que desde las asociaciones estamos haciendo esa labor de observar las políticas y proponer cambios. Ya sé que lo ideal sería que desde las instituciones surgieran las iniciativas de generar políticas ambiciosas y de calado, que se mantuviesen en el tiempo, pero lo veo complejo. Para empezar, creo que las ayudas, tanto de los distintos cabildos como del Gobierno regional deberían mejorar y proteger un tipo de cine como bien cultural. Y creo que las islas no capitalinas deberían tener su propio programa de ayudas.

Desde Microclima, la asociación de cineastas a la que pertenezco, estamos haciendo un enorme esfuerzo por mejorar el sector audiovisual de las islas, especialmente, por defender la construcción de un modelo audiovisual para Canarias teniendo en cuenta justamente su cariz cultural. Por eso, nos parece necesaria la creación de un Instituto del Audiovisual Canario como órgano administrativo capaz de gestionar eficazmente las necesidades del audiovisual en las Islas. Queda mucho por hacer y afianzar.

Nos parece necesaria la creación de un Instituto del Audiovisual Canario como órgano administrativo capaz de gestionar eficazmente las necesidades del audiovisual en las Islas

Por último, ¿qué puedes contarnos de tus proyectos actuales?

Estoy trabajando en mi primer largo, La hojarasca, que anda por el camino de la no-ficción. Es un proyecto que llevo desarrollando mucho tiempo donde el paisaje tiene un papel fundamental. Además, estoy en fase de desarrollo de un par de encargos documentales, que como todos los encargos que he recibido, me los tomo como proyectos muy personales y autorales.

Finalmente, si te ha gustado la entrevista y quieres que sigamos «alegando» sobre estos temas, visita la página de nuestro proyecto y contribuye con una donación.

Realizador audiovisual. Graduado en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la UC3M (Madrid). Diplomado en Cine Documental por la PUCV (Valparaíso).

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