'; ; Parto y Nacimiento en Canarias ✅ Prácticas populares
El parto y nacimiento en Canarias

La experiencia de parir y nacer en Canarias
(II Parte)

La experiencia del parto y nacimiento en Canarias, la participación en el inicio de la vida, ha evolucionado drásticamente a lo largo del tiempo. Aunque el nacimiento en sí es un fenómeno biológico, nuestra especie ha precisado de la colaboración de la comunidad para facilitar el proceso del parto. Y esta particularidad ha dado pie a numerosos cambios en las costumbres que no han dejado de sucederse hasta el día de hoy.

En la primera parte de este artículo hablamos del papel de las mujeres como acompañantes y asistentes en el nacimiento, de la evolución de la esperanza de que los partos salgan bien a lo largo de la historia y de cómo han cambiado las costumbres en el proceso de parto en Canarias desde el inicio del siglo XX hasta nuestros días.

Ahora hablaremos del cuidado al bebé recién nacido, el puerperio, la lactancia, algunas costumbres que merece la pena recordar y las reivindicaciones que, aún hoy, mantienen las madres y las sanitarias.

Los cuidados del bebé recién nacido en Canarias

Algunas prácticas de principios del siglo XX recogidas por el Dr. Juan Bethencourt Alfonso eran:

  • Hacerle la cabeza al bebé: redondearla comprimiéndola en distintas direcciones, aunque sin violencia, atando después un pañuelo bastante sujeto (a veces, untado con diferentes sustancias).
  • Afilarle la nariz: comprimiéndosela con los dedos, a veces mientras se reza “San Luis, afílame la nariz”.
  • Curarle el ombligo: en algunos lugares como Santa Cruz de Tenerife lo envolvían en un trapito empapado en aceite de oliva hervido o manteca de ganado, o unto de cebo, espolvoreando la herida con tierra fina, polvo de tabaco o ceniza de trapo. En Lanzarote se ataba con hilo y después le ponen una torcida untada con manteca de ganado alrededor, y luego lo curaban con tierra fina. En El Hierro lo untaban con manteca de ganado y luego se le echaba alhucema.
  • Frenillo: a los bebés que nacían con frenillo se lo operaban con el dedo para que no tuvieran problemas con la lactancia.
  • Pezones: a las niñas le apretaban los pezones para darles forma y para que soltaran la “aguadija”.
  • Pendientes: a las niñas, nada más nacer se les agujereaban las orejas bajo la creencia de que al nacer, las personas no sienten dolor.
  • Untado: En muchas zonas de Canarias se untaba el cuerpo o la cara de los bebés con manteca de ganado, aunque en algunos lugares se pensaba que con esta práctica se evitaba el crecimiento de vello, y en otras, al contrario. Por eso, hay lugares como Guatiza, Lanzarote, donde no se le aplicaba a las niñas en la cara, y otros como El Hierro, donde las niñas se untan completamente, mientras que a los niños solo se les aplica en los carrillos, la frente y la nariz.

Además de todo ello, la creencia en la existencia de brujas y del mal del ojo reunían un sinfín de prácticas que ocupan un capítulo bastante extenso del libro del Dr. Bethencourt Alfonso.

Con la generalización del parto hospitalario, estas prácticas se sustituyeron por el lavado del bebé por parte de la matrona, y el control pediátrico y obstétrico por parte de los facultativos.

Nacimiento en Canarias
Nacimiento en Canarias
Sobre el tratamiento al recién nacido en los años noventa nos habla la doctora Matilde Clavijo Rodríguez, quien nos indica que “ya en esa época se ponía a los bebés al pecho de la madre, aunque la tendencia era bastante incipiente pues se partía de un contexto en la que se había abandonado masivamente la lactancia natural. Posteriormente lo bañaban en una habitación contigua a la que se dejaba pasar al padre, y el bebé se le entregaba a la madre bañado y abrigado. En esa época ya no se hacía llorar a la criatura, esa costumbre era más antigua. Al cabo de un rato, se llevaba al bebé a Nidos, donde el pediatra lo revisaba. Tras dos horas en vigilancia en paritorio, se subía a la madre a planta, donde recibía al bebé. En función del tiempo que el niño o la niña estaba en Nidos, se le ofrecía suero glucosado en biberón, lo cual ciertamente dificultaba el establecimiento de la lactancia natural.

Si la madre lo pedía, o había un motivo médico, se les ofrecía leche de fórmula, y se les entregaba la receta de una leche artificial si la mujer lo pedía. Cada noche, a las siete de la tarde, se retiraba al bebé para bañarlo y perfumarlo. También se le contaban los pañales, que se solían usar de tela y se preocupaban por la displasia de caderas colocándole varios pañales para separarle las piernitas. Se les pesaba antes del alta para asegurar que estaba ganando peso correctamente”.

En Canarias hace menos de una década que los bebés no son separados de sus madres para someterlos a esa revisión médica, sino son las y los pediatras quienes visitan las habitaciones, y solo en caso de que haya que someter al bebé a algún tipo de intervención, se separa de su madre. Además, la evidencia científica ha eliminado del protocolo el lavado del recién nacido, pues se ha evidenciado que el vérnix caseoso (la sustancia grasa con la que nacen los bebés) protege su piel frente a cortes o lesiones físicas, y a nivel biológico contra patógenos.

El puerperio de ayer en Canarias

La duración del puerperio, según los datos recogidos por el doctor Juan Bethencourt Alfonso, variaba en función del estado social, la necesidad y la facilidad del parto. En el municipio de Teguise era de tres a ocho días en función de los elementos mencionados. En Anaga también variaba en función de la necesidad, y en Santa Cruz de Tenerife, el puerperio dura cinco días en los que la mujer debía permanecer en la cama.

La duración del puerperio, según los datos recogidos por el doctor Juan Bethencourt Alfonso, variaba en función del estado social, la necesidad y la facilidad del parto.

Parto y nacimiento en Canarias.
Parto y nacimiento en Canarias. Fuente: FEDAC
Tal y como se recoge en la obra Costumbres populares canarias de nacimiento, matrimonio y muerte, el tratamiento general consistía en fajar el vientre de la mujer, y ofrecerle una dieta que variaba en función de la zona.
Por ejemplo, en Santa Cruz de Tenerife, “después de fajada la recién parida, la propinaban con exceso cantidades de aguardiente y vino. En unas partes a estas bebidas, acompañan una cucharada de azufre, o bien les preparan sopas con aguardiente y vino; pero todo esto viene a ser como excepciones del general brebaje conocido por “la bebida”, o bien las tres, cinco, siete o nueve bebidas, según el número de días que la ponen en ayunas; reputada como el remedio más heroico contra el pasmo”.

“La bebida” está constituida por manteca de ganado, miel de abeja y aguardiente de Mallorca, a los que se le añade en algunos lugares comino en polvo. Una variante es sustituir el aguardiente por vino. En la obra Costumbres populares canarias de nacimiento, matrimonio y muerte se indica que la alimentación consistía en caldos, chocolate, huevos, café, etc. Por otro lado, especial atención merece las prácticas empleadas por las comadronas según los casos y que tal y como recoge Juan Bethencourt Alfonso eran las siguientes:

«1º Limpiar las partes de la parturienta con su propia orina, o con cocimiento de vino o romero para evitar el pasmo.
2º Creyendo que el aseo y el aire son las causas más frecuentes del pasmo, solo a los dos días del parto, con grandes precauciones les lavan los pies con agua bornia (tibia).
3º Si cae el pasmo –inflamación del vientre con mucha sofocación- con o sin calentura untan el vientre con miel de abeja y dan los de hierba, en el caldo o vino. De no ceder el mal, la administran la triaca (excremento) de perro o persona, tostada o en tres tazas de caldo espaciadas; púrganla además administrándola un cocimiento de polvos de tabaco.
4º Le dan cocimientos de cultantrillo para que purgue bien, esto en todo caso.
5º Cuando le cae aire en los pechos (acceso lácteo) aplícase a la parte, paños empapados en zumo de hierba de rúco (¿risco?).
6º Para los pechos espigados (grietas en el pezón) se hacen unturas de manteca de cacao, o de un curtimiento de corteza de zarza, en aceite de almendras dulces

Fariña González, M. A. (1985) Costumbres populares canarias de nacimiento, matrimonio y muerte. Dr. D. Juan Bethencourt Alfonso

La pérdida y recuperación de la lactancia en Canarias

El doctor Michel Odent, en su obra El bebé es un mamífero, narra cómo la humanidad ha rechazado históricamente una sustancia tan interesante y nutritiva como el calostro (la primera leche que produce el pecho de las madres). De hecho, se remonta a épocas bíblicas para evidenciar cómo se ha sustituido por otras muchas sustancias, y recorre todos los continentes ejemplificando que esta extraña costumbre ha sido indiscutiblemente universal.

Así que no es extraño que en Canarias también se sustituyera el pecho materno por otros preparados hasta pasados varios días del alumbramiento. De hecho, se reemplazaba por cosas tan impensables hoy en día como ‘el chupón’, que consistía en una mezcla de miel de abeja y yema de huevo, o miel, yema de huevo y manteca, o migas de pan, aceite, agua y cebolla hervida. En muchos otros lugares se les daba manteca y miel como alimento hasta que a la madre le subía la leche.

También resulta harto significativo que el beletén de las cabras sí se consumía, y de hecho, se consideraba un alimento muy nutritivo.

A principios del siglo XX, cuando no existían leches de fórmula ni tentaciones semejantes para las mujeres que no podían permitirse un ama de cría, la lactancia materna era un hecho incuestionable, y en torno a ella había toda una serie de prácticas que procuraban garantizar una producción suficiente, evitar mastitis, grietas, y para cortar la leche y procurar el destete.

Sin embargo, y también como un fenómeno universal, la irrupción de la medicina y la mercantilización vino acompañada del abandono de la lactancia materna y del uso indiscriminado de leches de fórmula. La lactancia materna cayó en picado, sobre todo a partir de los tres meses de edad del bebé, de manera que a mitad del siglo XX, pocas eran las mujeres que amamantaban, y muy pocas las que lo hacían de manera prolongada.

A ello contribuyeron, entre muchos bulos y mitos, las recomendaciones oficiales de los pediatras, que establecían un horario rígido para amamantar: nunca antes de tres horas, y colocándolo un máximo de 10 ó 15 minutos en cada pecho. De hecho, las y los pediatras, hasta no hace demasiado tiempo (y quizás queden aún algunos) no solo desconocían todo sobre la lactancia, sino que eran los principales escollos a los que se enfrentaban las madres que querían defender su derecho a lactar.

Pero también influyó la pérdida de la red de apoyo femenina, ya que lo que sucedió realmente fue una amnesia general sobre el funcionamiento fisiológico de la lactancia por pérdida de referentes.

Poco a poco se vuelve a generalizar la lactancia materna. Han contribuido a ello asociaciones de apoyo a la lactancia (entre las que me gustaría citar a la antigua Besana en Tenerife, como muestra de reconocimiento y agradecimiento personal), y más recientemente los grupos que han promovido las matronas en muchos centros de salud, más las unidades de los hospitales que poco van adquiriendo mayor formación.

Otras costumbres canarias que merece la pena recordar

En Canarias había una creencia extendida relativa a las manchas en la piel de los recién nacidos, y es que la de atribuirlas a los antojos del embarazo, a haber ocultado objetos en los senos o al hecho de oler o mirar flores.

También existían fórmulas para intentar adivinar el sexo del bebé. Las más comunes eran fijarse en la forma de la barriga y las caderas de la madre. Unas caderas que se ensanchaban eran signo de que se esperaba una hembra, y una barriga pronunciada hacia adelante, un varón. Pero hay más, como que si la piel de la madre se ponía morena era porque esperaba un niño, al igual que si el feto se arrimaba a la derecha o si se movía mucho, o si la madre tenía mucho apetito.

«La embarazada que tenga la cara chupada y el vientre voluminoso, si al romper la marcha lo hace con el pie derecho o se apoya en el mismo para levantarse, es de seguro traerá varón, máxime si la criatura fue de engendrada con la cabecera de la cama en dirección al mar o poniente».

Fariña González, M. A. (1985) Costumbres populares canarias de nacimiento, matrimonio y muerte. Dr. D. Juan Bethencourt Alfonso

Reivindicaciones de ayer y de hoy

Quisiera dedicar este apartado a apoyar las reivindicaciones con las que muchas profesionales proponen mejorar el acompañamiento y la asistencia al parto y al nacimiento.

Algunas de las solicitudes emitidas por el colectivo de matronas para mejorar el acompañamiento y la asistencia al parto y al nacimiento son disminuir la ratio de mujeres por profesional. También, respetar la autonomía de la profesión y resguardarla del paternalismo médico que aún resiste. Otra de las reivindicaciones básicas es garantizar la sustitución en bajas y vacaciones en atención primaria (que ahora pasa a manos del médico de cabecera); la implementación de recuperaciones de quirófano exclusivas para maternidad llevadas por matronas, ya que ellas garantizarán aspectos fundamentales en el posparto y el establecimiento de la lactancia como la no separación de la madre y el bebé; que haya matronas en planta hospitalaria; tiempo de consulta suficiente para lactancia; reconocimiento de la matrona como la profesional de lactancia y creación de consultas y visitas a domicilio; derecho a cohabitación y alojamiento para madres en caso de ingreso de los bebés; distinguir los embarazos de bajo y alto riesgo para evitar la medicalización excesiva; y que la epidural se administre a las mujeres que lo soliciten sin condicionantes de naturaleza organizativa o disponibilidad de profesionales.

Tanto las matronas como las asociaciones dedicadas al duelo perinatal solicitan que existan protocolos de atención a la muerte perinatal en los hospitales y en los servicios fúnebres, espacios independientes al paritorio para estos casos y consultas posteriores con las matronas. Las asociaciones de duelo perinatal también piden mejoras a la hora de tramitar los permisos de maternidad y paternidad (muy precaria en estos momentos), y que se investiguen las causas y los efectos psicosociales de este duelo a medio y largo plazo. Por último, reivindican el derecho a la libre disposición del cuerpo del bebé y a que estos bebés sean reconocidos oficialmente como miembros de la unidad familiar.

Las profesionales y muchas mujeres que desean un parto en casa solicitan la cobertura por parte de la Sanidad Pública, dadas las garantías que suponen las condiciones que se han de cumplir y los beneficios que reporta esta experiencia.

Por último, las mujeres exigimos que la experiencia de concebir y dar vida en Canarias de forma respetada esté garantizada para todas las madres por igual, sin la arbitrariedad del carácter o la actualización formativa del profesional que nos toque en suerte.

Agradezco sinceramente la generosa participación de todas las personas entrevistadas para este artículo.

Bibliografía

  • Del Olmo, C. (2013) ¿Dónde está mi tribu? Maternidad y crianza en una sociedad individualista.
  • Federici, S. (2004). Calibán y la bruja
  • Fariña González, M. A. (1985) Costumbres populares canarias de nacimiento, matrimonio y muerte. Dr. D. Juan Bethencourt Alfonso.
  • Garrido, M.J. (2017). Etnopediatría: Infancia, biología y cultura.
  • Matas Rodríguez, M.C.; Del Fresno Serrano, M. A.; Borrego Cabezas, L. (2021) Importancia del movimiento durante el trabajo de parto. Revista Sanitaria de Investigación.
  • Millares Cantero el al. (2011) Historia contemporánea de Canarias. Obra Social La Caja de Canarias.
  • Odent, M. (2014). El bebé es un mamífero.

Estudié turismo, aunque he ejercido durante más de una década como activista medioambiental. Ahora soy multimamá multitarea con decenas de especialidades, como todas las mamás del mundo.

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