En el discurso que dio Albert Einstein en su visita a la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, dijo lo siguiente: “Creo que la mortificada y amenazada Europa puede volver los ojos llena de esperanza hacia este pueblo, el español, que se encamina hacia el trabajo científico después de haber producido para la humanidad cosas tan grandes en la esfera del arte”.
Era el 4 de marzo de 1923, hace 100 años exactamente. Acababa de ganar el Premio Nobel. A lo que se refería Einstein era a que, en ese momento, España parecía estar dejando de estudiar física, para comenzar a hacerla. Pero, si el padre de la Relatividad se atrevió a desear tal cosa como una España científica, era por una persona que lo miraba desde la primera fila del público, a quien iban dirigidas sus palabras. Su amigo, el lanzaroteño Blas Cabrera. Parece difícil de creer, pero el físico español más importante de la historia reciente, uno de los más importantes del mundo en su momento, rector de la Universidad Complutense, miembro del Comité Nobel de la Real Academia Sueca de Ciencias, miembro de la RAE, miembro de la Academia de París (ganándole la plaza a Schrödinger, nada menos), en resumen, con más títulos que la Biblioteca de Alejandría, era canario. Si hay alguien sobre quien merece la pena hacer un ejercicio de reivindicación y memoria, ese es Blas Cabrera. A lo largo de los siguientes artículos, exploraremos la vida y obra de un personaje apasionante al que la dictadura franquista condenó a algo mucho peor que el exilio: le sentenció al cruel olvido.
Blas Cabrera: Ciclos, frecuencias, periodos
El filósofo y científico estadounidense Douglas Hofstadter, Premio Pulitzer en 1980 e hijo del premio Nobel de física Robert Hofstadter, acuñó el fascinante concepto del «bucle extraño». Se trata, en un sentido amplio, y aplicado a cualquier área de la vida y la cultura, de un proceso o ciclo en el que, a pesar de avanzar y cambiar en la jerarquía de las cosas (cada vez más arriba, por ejemplo), siempre se acaba volviendo, sin solución de continuidad ni noción de ello, al punto de partida. El ejemplo clásico son las pinturas de Escher, y en música podemos entenderlos claramente escuchando lo que se conoce como Shepard Tone, que parece estar eternamente subiendo o bajando el tono sin llegar jamás a ningún sitio (busquen en Google, no se arrepentirán).
Al leer por primera vez el concepto de bucle extraño, parece que esa poética coherencia escondida tras las cosas, esa que nos deja el ceño fruncido cuando vemos una coincidencia demasiado radical para ser solo eso, reverdece con más color que nunca. El 14 de marzo de 1879 nace Albert Einstein en Ulm. El mismo día, pero 139 años más tarde, muere Stephen Hawking. El 14 de marzo es, además, el Día Mundial de Las Matemáticas, no por las dos coincidencias anteriores, sino porque al escribir esa fecha (como los ingleses) se lee 3.14, el número Pi. Vayámonos a otra fecha, muy cercana a la primera: el 20 de mayo de 1878, 10 meses antes, el nacimiento de Blas Cabrera Felipe en Arrecife, la capital de la isla de Lanzarote. La misma fecha, pero 3 años antes, 20 de mayo de 1875, se funda la Oficina Internacional de Pesas y Medidas (BIPM). Ahora no parece muy relevante este dato, pero cobrará sentido más adelante. En el transcurso de menos de un año nacen Einstein y Cabrera, estableciendo así una distante conexión que abre un círculo de varias décadas. Esta historia está llena de bucles extraños.
1875 en Arrecife, decíamos. El pequeño Blas Juan José Secundino Cabrera Felipe nace del matrimonio entre Blas Cabrera Topham y Antonia Felipe Cabrera (no se asusten, no eran familia, Cabrera es uno de los nombres más habituales de la provincia de Las Palmas). La familia está bastante bien posicionada, de ascendencia irlandesa, enriquecida gracias al comercio de cochinilla y barrilla. Blas padre había estudiado Derecho en la Universidad Central de Madrid (actual Universidad Complutense), y había regresado a Arrecife en 1874. Sin embargo, probablemente por lo escasamente requeridos que serían sus servicios en el Lanzarote de la época, se presenta y gana una oposición a notario en San Cristóbal de La Laguna en 1881.
El pequeño Blas se muda con 3 añitos al número 37 de la calle La Carrera. Durante los años siguientes, su familia va adquiriendo renombre y consideración entre la sociedad lagunera, Blas padre entra en la prestigiosa Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, y el pequeño Blas estudia durante sus primeros años de enseñanza en algún colegio privado de clase alta en Santa Cruz de Tenerife. En 1890, con 12 años, entra en el Instituto de Canarias (hoy conocido como Cabrera Pinto), para realizar sus estudios de bachillerato. Es entonces cuando se prende la llama.
Aquella época, finales del siglo XIX, está completamente tomada por un invento que cambió el mundo: la electricidad (Galdós estrena su Electra en 1901). Cuando Blas Cabrera entra en el instituto, éste no contaba todavía con alumbrado eléctrico, no digamos ya las calles. La primera ciudad de Canarias que abandonó las velas y el gas para iluminar sus noches fue Santa Cruz de La Palma, en 1893. Hay que tener en cuenta que Canarias había estado prácticamente incomunicada del resto del mundo hasta apenas 10 años antes. El telégrafo entre el archipiélago y la Península (Cádiz) se instaló en 1883. Hasta entonces, las comunicaciones se hacían por carta, que viajaba en un barco que hacía dos visitas al mes, a las islas con mayor número de habitantes.
Era la época de los avances tecnológicos. Y entre los libros y artilugios fascinantes de la Sala de Instrumentos Científicos del Instituto de Canarias (es muy probable que allí se topara con un electroimán de Faraday que, de nuevo, irá adquiriendo relevancia con el paso de los años), Blas Cabrera fue desarrollando una enorme afinidad hacia la ciencia. Poco después de acabar el bachillerato, el joven Blas participa en las obras de instalación eléctrica del Teatro Viana de La Laguna. Probablemente su frase más célebre, escrita mucho tiempo después, en 1934, dice que en Canarias en aquellos años: “(…) sentí el impulso que ha determinado mi acción futura”.
La chispa de la genialidad de Blas Cabrera
Finaliza sus estudios en el Instituto de Canarias en 1894 (en aquel entonces el convento de San Agustín conservaba su preciado techo), mismo año en que visita Madrid por primera vez, y se matricula en Ciencias Físico-Químicas en la Universidad Central (Complutense). Tenía 16 años. Aquel Madrid al que llegó Blas Cabrera era un hervidero cultural como no se había conocido igual. Era el Madrid de la Restauración, llena de movimientos socio-políticos rupturistas, la creación del (entonces marxista) PSOE, UGT, la Ley de Asociaciones o la libertad de prensa, el Madrid de Pío Baroja, de Galdós, el Madrid en cuyos bares se decidía el destino del país. Y, entre todos esos bares, había uno que se llevaba todas las tertulias, el Café Suizo (atiendan a lo de suizo…). Cerca de la Puerta del Sol, se daban cita en este amplio local personalidades como Bécquer, Ramón Gómez de La Serna, Ortega y Gasset, o Santiago Ramón y Cajal, quien cambiaría la vida de Blas Cabrera. Siempre dijo que Ramón y Cajal fue una persona providencial en su vida. Se suele decir que Cabrera tuvo intención de estudiar leyes, como su padre, y que fue Ramón y Cajal quien le encauzó por la ciencia (no existen documentos que acrediten que Blas Cabrera se matriculara en Derecho). Y así, estimulado por una ciudad boyante y al abrigo del que sería su “padre espiritual”, Blas Cabrera comienza una etapa universitaria hipertrofiada de éxitos, logros y títulos.
Con 18 años comienza a publicar sus primeros artículos en El Heraldo de Canarias. Consigue su licenciatura en Ciencias Físico-Matemáticas en 1898, tan solo tenía 20 años. Completa su doctorado en 1901. 23 años. Consigue una plaza de profesor, siempre en la Universidad Central, en 1902, con 24 años. En 1903, con 25 años, funda la Real Sociedad Española de La Física (RSEF), de la que acabará siendo presidente en 1916. Sigamos. 1905, es nombrado catedrático de Electricidad y Magnetismo por la Universidad Central. Tenía 27 años. Su cátedra la obtiene el 11 de marzo de 1905. Exactamente una semana después, el 18 de marzo, de que Albert Einstein, un trabajador más de la oficina de patentes de Berna, Suiza, publicase un paper con el título: ‘Sobre un punto de vista heurístico sobre la producción y transformación de la luz’, o lo que es lo mismo, el efecto fotoeléctrico, que le valdría el Premio Nobel de física años más tarde.
Tras un breve regreso a La Laguna en 1906, en que se casa con María Sánchez Real, una pianista muy reconocida a quien había conocido en sus años de instituto, ambos se van juntos a Madrid. Al año siguiente, 1907, nace su primer hijo, Blas. También en ese año ayuda en la fundación, junto con Ramón y Cajal, que acababa de ganar el premio Nobel por descubrir la estructura del sistema nervioso, de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), para promover la investigación y la educación científica en España, así como conectar con instituciones e investigadores de otros países (la JAE se enmarca dentro del contexto de la Institución Libre de Enseñanza o ILE, que renovó e influyó muchísimo la educación en el país). En 1910 fundan asimismo el Laboratorio de Investigaciones Científicas, que dirigía él mismo, y también es admitido en la Real Academia de Ciencias. Es la clase de currículum que hace preguntarnos qué hemos hecho con nuestra vida.
Durante todo este tiempo, y gracias a las instituciones que él mismo promovió y dirigió, Blas Cabrera va desarrollando importantes investigaciones en física, principalmente en el campo del magnetismo, que será su principal rama de estudio durante toda su vida (recordemos el electroimán de Faraday que conoció en su adolescencia). En especial, hace experimentos en el magnetismo de lo que se llaman «tierras raras», elementos químicos, sobre todo los lantánidos, con una serie de propiedades magnéticas especiales, que resultan muy difíciles de encontrar en estado puro. Estos experimentos le valen, en 1912, una beca de la JAE para ampliar sus estudios e investigaciones en el laboratorio del prestigioso físico Pierre Weiss, del Instituto Politécnico de Zurich, Suiza. Así comienza a cerrarse el círculo, sólo para volver a abrirse. En esa institución había estudiado física, casi a la vez que Blas Cabrera, efectivamente, Albert Einstein. Y fue allí donde el bucle los juntó.
Continuará…
Todo lo que hemos visto hasta ahora de Blas Cabrera no es más que el principio. Su carrera fue estratosférica. Pero hemos podido ya dibujar el mapa de lo que fue su infancia y juventud, antes de granjearse el título de padre de la física en España y el científico canario más universal. Lo que viene a continuación tiene de personajes secundarios a Einstein, Marie Curie, Schrödinger, premios Nobel y la familia Rockefeller. Proseguiremos con la vida y obra de Blas Cabrera en el siguiente artículo, ‘Blas Cabrera (II parte)’.
Bibliografía
- Méndez Ramos, Jorge. Blas Cabrera Felipe, científico canario, uno de los «padres fundadores» de la Mecánica Cuántica. Seminario doctoral ULL.
- Méndez Ramos, Jorge. LUZ 2. Albert Einstein, Blas Cabrera y las «tierras raras». Seminario doctoral ULL.
- Sacristán, Enrique. Blas Cabrera, el gran físico español amigo de Einstein. SINC
- Trujillo Casañas, Leandro. BLAS CABRERA FELIPE Y CANARIAS. Instituto E.S. «Cabrera Pinto».
- Hace 125 años se apagaron las velas en Santa Cruz de La Palma y la electricidad iluminó la ciudad. La Palma Ahora
- Ansede, Manuel. Las dos semanas surrealistas que Einstein pasó en España. El País